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17/10/2017
Recordaréis que hace unas cuantas semanas publicamos un post en el que incluimos algunos consejos sobre ciertos utensilios, prendas y alimentos que no deben faltar en vuestras mochilas. Pues bien, hemos de reconocer que nos traicionó la memoria, pues si hay algo imprescindible de lo que no hemos hablado y que nos tiene que acompañar durante todo el viaje, esa es la credencial del peregrino.

La credencial es una especie de pasaporte en el que figuran vuestros datos personales y que os identifica a lo largo del Camino. Contiene unas casillas en blanco que debéis de cubrir diariamente con los sellos de los lugares por los que habéis pasado y sus respectivas fechas de paso. Sólo si está debidamente sellada y datada podréis obtener a vuestra llegada a Santiago la denominada Compostela; un documento centenario que acredita que habéis completado con éxito la peregrinación. Eso sí, es condición indispensable empezar la caminata al menos 100 kilómetros antes de Santiago (200 si se hace en bicicleta o caballo). Esa es la razón por la cual a partir de Sarria, a 114 kilómetros de la Praza do Obradoiro, empiezan a verse muchos más peregrinos en el Camino.

Además de para obtener la Compostela, la credencial es imprescindible para poder dormir en los albergues públicos. ¡Imaginaros si es importante reservarle un hueco en vuestras mochilas! No os resultará difícil haceros con una antes de empezar la ruta: se pueden solicitar con antelación en cualquier asociación de amigos del Camino y también se reparten en los albergues de las localidades que suelen ser punto de partida, en las iglesias y en muchos refugios. Tampoco encontraréis demasiadas dificultades para cubrir vuestra credencial. Lo habitual es solicitar que nos pongan el sello allí donde pernoctemos. Si el albergue está cerrado, podemos solicitarla en muchos bares, comercios, hoteles e incluso en las oficinas de Correos.

Siguiendo estos consejos básicos, no tendréis problema para obtener la Compostela. ¡Esperamos no habernos olvidado de ninguno! Tan sólo nos queda contaros un par de cosas más. La primera, una curiosidad; y es que la credencial no es un invento reciente, sino la heredera de los salvoconductos y disposiciones reales concedidas a los peregrinos ya en el siglo XII para protegerlos de los bandoleros, de los robos y de los abusos de mesoneros y mercaderes. Su incumplimiento conllevaba duras penas, incluida la horca. Con el paso del tiempo las condiciones del Camino cambiaron y acabó generalizándose la exigencia de certificados para distinguir a los peregrinos de los que no lo eran. Esa es la función que cumple en la actualidad la credencial.

Por último, una pequeña advertencia: sabed que al recoger la credencial os comprometéis como peregrinos a comportaros debidamente durante todo el Camino. 

¡Sed buen@s!

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