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17/08/2018
Con sus poco más de 7.000 habitantes Melide desborda vitalidad. La llegada a este pueblo, considerado el centro geográfico de Galicia, os abrirá las puertas de unas calles repletas de establecimientos comerciales de todo tipo y tránsito continuo de personas, especialmente en los meses de verano. El dinamismo es una de las características de este lugar, testigo de la fusión del camino más antiguo y del más transitado, es decir, del Primitivo y del Francés, que se dan aquí la mano para continuar juntos por el mismo recorrido hasta llegar a la meta final: Santiago de Compostela.

La historia de Melide está estrechamente vinculada al Camino. La iréis descubriendo en pequeñas dosis, y sin necesidad de desviraros mucho de vuestro itinerario, a través de los monumentos que van salpicando la ruta a su paso por este municipio. Los que lleguéis por el Camino Francés os encontraréis a unos 5 km del casco urbano con la singular aldea de Leboreiro (monte de liebres en su significado original), donde antiguamente hubo un hospital para peregrinos del que a día de hoy sólo se conservan dos escudos pertenecientes a la casa nobiliaria de los Ulloa. No dejéis de admirar el peculiar cabaceiro(granero) circular hecho con varas, uno de los elementos más fotografiados del Camino a su paso por Melide.

Desde allí no tardaréis en llegar a Furelos, una pequeña aldea situada al lado del río que conserva en parte su estructura medieval y que puede presumir de albergar una de las joyas del la arquitectura civil del Camino; un puente de cuatro arcos construido en el siglo XII. Desde él podréis divisar el casco urbano de Melide, al que llegaréis en menos de quince minutos. Allí os recibirá la capilla de San Roque con su hermosa portada románica. Observadla durante un par de minutos y luego haced lo propio con la imagen de los billetes de 10 euros. Son idénticas!! Durante un tiempo circuló el rumor de que esta pequeña iglesia de Melide era la que aparecía en dichos billetes. No es cierto, pero lo que si podemos asegurar sin miedo a equivocarnos es que esta capilla representa a la perfección las características del arte románico. Aún así, presenta una singularidad fruto de su vinculación a la ruta jacobea; las conchas de peregrino que se esconden en su portada. Os retamos a que las encontréis!

Justo al lado podréis admirar el cruceiro más antiguo de Galicia, del siglo XIV. En el anverso se representa un Cristo sedente enseñando sus llagas y en al reverso el calvario. No obstante, la tradición popular asegura que el autor anónimo de esta obra de arte quiso representar a Cristo bailando una muiñeira, el baile tradicional de Galicia. ¿Vosotros qué opináis?

Si hacéis noche en Melide os recomendamos una visita a la histórica Praza do Convento, donde encontraréis el museo comarcal. La tarde también se puede aprovechar con un buen plan gastronómico que incluya el pulpo, del que ya os hemos hablado, y por supuesto la repostería local. Melide destaca por tener tres dulces típicos basados en recetas tradicionales que se han ido trasmitiendo generación tras generación. El más conocido es el melindre, al que desde hace 24 años se le dedica en el mes de mayo una fiesta declarada de interés turístico dentro de Galicia. Le acompañan el almendrado y el rico. Éste último es el más singular de los tres, pues sólo se elabora en Melide y no podréis encontrarlo en ningún otro lugar. Es especialmente duro, así que tened cuidado con vuestro dientes!

Sin duda, tras haber probado todos estos manjares saldréis de Melide repletos de energía hacia vuestra siguiente parada en el camino; la localidad de Arzúa. Es una etapa muy cómoda y corta (14 km) que vuestro cuerpo agradecerá después de haber completado ya buena parte del Camino. De todas formas, sabed que habéis llegado a un punto en el que la distancia ya no se mide en kilómetros, sino en ilusión y en ganas ante la inminente llegada a la plaza del Obradoiro.

A vuestra salida de Melide os despedirá la iglesia de Santa María, monumento nacional que conserva uno de los pocos altares románicos de Galicia y que alberga en su interior valiosas pinturas renacentistas. Ya en tierras de Arzúa pasaréis por la aldea de A Castañeda, donde en su día estuvieron los hornos de cal empleados para la construcción de la catedral de Santiago. Poco después os encontraréis con Ribadiso, una bonita aldea situada en un valle que os recibirá con sus casas tradicionales de piedra mirando al río, en el cual muchos peregrinos se dan un chapuzón en los meses de verano antes de encarar la parte más difícil de la etapa: 2 km cuesta arriba hasta llegar a Arzúa.

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