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20/05/2019
A veces el hecho de ir al cine con nuestros hijos un domingo por la tarde, de llenar el piso de amiguitos para celebrar un cumpleaños o de organizar un fin de semana en casa de los abuelos se convierte en toda una odisea. Sois padres y lo sabéis. Por eso la idea de hacer el Camino de Santiago en familia y con niños puede parecer a simple vista una auténtica locura. En tiempos en los que cunde la sobreprotección, el comentario más suave que escucharéis en vuestro entorno será: “¿Os vais a llevar a los  niños a caminar durante una semana?”

Para vuestra tranquilidad os diremos que sí, que el Camino de Santiago es una experiencia perfectamente compatible con familia y niños. Y que no, que no estáis locos ni sois los únicos que barajáis esta posibilidad. De hecho, las agencias de viajes del Camino de Santiago como Galician Roots constatan que las reservas para peregrinos en familia aumentan un 45% en los meses de verano y en épocas de vacaciones escolares, además de ser una opción al alza en los últimos años. Por lo tanto, que no cunda el pánico: los niños pueden ser magníficos peregrinos capaces de completar esta ruta milenaria llevándose un buen recuerdo de ella.  

Ahora bien, es muy importante tener en cuenta dos premisas básicas. La primera, que hacer el Camino con niños nos va a exigir una planificación detallada a la par que una previsión absoluta. Tendremos que ir repletos de eso que muchos llaman los “por si acaso”. Por si acaso tiene hambre, por si acaso se cansa, por si acaso se moja… Seguro que no descubrimos nada que no hayáis aprendido ya como consecuencia de vuestra experiencia en el día a día. La segunda premisa es tener en cuenta que los niños son niños y por tanto no podemos pretender que sigan las pautas de los peregrinos adultos ni que se adapten a nuestros ritmos. Sería un error castigarles con más esfuerzo físico del que ya de por sí les va a exigir el Camino o convertir la experiencia en una sucesión de obligaciones y metas que necesariamente hay que alcanzar. Para evitar esto debemos iniciar el itinerario con la mente abierta y siendo conscientes de que puede haber días en los que dejemos las etapas a la mitad o tengamos que parar a comer una hora antes de lo previsto. En Galician Roots definimos la mejor actitud para hacer el Camino en familia y con niños con una contradicción perfectamente entendible: la estricta planificación flexible. 

Además de planificación, vuestro viaje rumbo a Compostela en compañía de los más pequeños de la casa requiere un ingrediente extra: la motivación. A los adultos se nos presupone, pues somos los que tomamos la iniciativa de lanzarnos al Camino, pero es muy importante que ellos también la tengan, sobre todo por la dosis de esfuerzo que conlleva la aventura, y que no crean que simplemente están sumándose a un plan de gente mayor. ¡Es también el suyo! 

Las artimañas para conseguir que los niños se involucren en el objetivo de hacer el Camino variarán en función de la edad, pero podemos empezar por explicarles algo de la historia de las peregrinaciones y contarles que van a completar la misma ruta que llevan haciendo desde hace más de 1.000 años personas de toda procedencia y condición: reyes, caballeros, campesinos, mendigos… Y si hacéis un pequeño viaje a vuestra infancia, recodaréis que las mayores ilusiones son proporcionadas normalmente por los detalles más pequeños y en eso el Camino de Santiago tiene mucho atractivo que ofrecer: comer un bocadillo sentados en el campo,  cruzar un río, dormir en literas, acariciar una vaca, sentirse un explorador o simplemente llevar la concha de vieira colgada del cuello. ¡Aquí hay mucho terreno que ganar! 

No podéis olvidaros de la parte menos excitante del cuento: deben ser conscientes del sacrificio y del esfuerzo físico que conlleva la ruta jacobea, incluidos los chaparrones, las ampollas o la climatología, que siempre tiene sus pros y sus contras. Normalmente para hacer el Camino de Santiago en familia y con niños se suele aprovechar la época estival, debido a las vacaciones escolares. Es recomendable, pero ojo con el calor, que puede convertirse en un gran hándicap. Desterrad esa idea de que en Galicia siempre llueve y hace fresco. En los meses de verano la mayoría de días luce el sol y en zonas interiores pueden superarse con facilidad los 30 grados. Este problema no lo encontraréis en la primavera ni en el otoño, pero sí el del agua, pues las lluvias son más frecuentes. Es una decisión que hay que tomar como tantas otras, incluida la elección de la ruta. Lo más recomendable es decantarse por el Camino Francés, tanto porque concentra servicios de todo tipo a los que podremos recurrir en caso de necesidad. Además, nos permite planificar etapas más cortas. 

Dicho todo esto, ya solo nos queda empezar el Camino. Lo haremos siguiendo las recomendaciones habituales y adaptándolas a los más pequeños de acuerdo con el sentido común. Esa será también la receta que apliquemos a la hora de realizar la necesaria preparación física. Es aconsejable comenzar a hacer excursiones y rutas dos meses antes del viaje, empezando por trayectos cortos e incrementando poco a poco las distancias. Si el menor va a llevar su propia mochila, que no la olvide en estos entrenamientos, pues hay una gran diferencia entre hacer el Camino libre y hacerlo con un bulto a cuestas, aunque el peso no sea mucho. 

En cuanto a la duración de las etapas, deben ser más o menos largas en función de la edad del niño, que no debería estar por debajo de los tres años, siendo lo más recomendable que estos pequeños peregrinos tengan al menos 6 o más. En todo caso, las etapas no superarán nunca los 15 o 20 kilómetros. Tienen que ser cortas, sobre todo los primeros días, y por cada hora caminada ha de hacerse un pequeño descanso e ingerir algunos alimentos. Otras recomendaciones, comunes a todos los romeros, son caminar por la mañana para evitar el calor de las horas centrales del día, aplicar crema solar con frecuencia y utilizar calzado usado. 

Lo que no es común a todos, sino más bien exclusivo de los niños, es la energía desbordante, que persistirá una vez completada la etapa y se traducirá en demanda de actividad. Así que, adultos que leéis esto, olvidaros de la siesta bajo un frondoso árbol y de las tardes de terraza bebiendo cervezas y tintos de verano a la sombra. La opción que habéis escogido para hacer el Camino de Santiago exigirá un esfuerzo extra por vuestra parte. Ya lo sabéis: ¡hay que tener a los niños entretenidos! En realidad esta tarea será más fácil de lo que pensáis, porque las propias localidades por las que pasa el Camino ofrecen numerosas alternativas de ocio, sobre todo en verano, incluso programación propia para peregrinos. Las fiestas locales tienen mucho que ofrecer y si hacéis parada en un alojamiento rural, la cena se puede hacer más atractiva participando en una barbacoa. También son una buena opción las piscinas municipales y playas fluviales. Y si los pequeños hacen amigos, cosa que pasará con casi toda seguridad, estáis de enhorabuena: dad la bienvenida a esas tardes de siesta y terrazas a la sombra. 

Hacer el Camino en familia no implica necesariamente la presencia de niños. Una familia también puede ser un grupo de amigos, de compañeros de trabajo o de clase. Tanto si hay niños como si no, en caso de querer hacer del peregrinaje a Compostela una experiencia compartida, en Galician Roots os recomendamos decantaros por las modalidades del Camino de Santiago organizado o el Camino de Santiago a medida. Es una garantía de seguridad y de comodidad.

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