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17/09/2018
Habéis llegado a Palas de Rei, ese punto del Camino en el que se siente y se percibe de forma diferente. Las etapas superadas os han convertido en expertos peregrinos y la meta está cada vez más cerca. Con la sensación propia de haber comenzado la cuenta atrás, atravesaréis la comarca de A Ulloa y su amplio patrimonio artístico, reflejo de un fecundo pasado señorial que salpicó el territorio de fortalezas, torres, castillos y numerosos pazos y casas blasonadas. La belleza paisajística es otro de los atractivos de estas tierras que han servido de inspiración para la mejor novelista española del siglo XIX, Emilia Pardo Bazán, cuya obra más célebre se titula, precisamente, Los pazos de Ulloa.

De ese pasado señorial se conserva en Palas de Rei un monumento excepcional: el Castillo de Pambre, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar de Galicia y la única fortaleza que consiguió sobrevivir a la revuelta de Os Irmandiños; los campesinos sublevados que a mediados siglo XV lucharon contra la nobleza gallega y sus privilegios. Sin duda os recomendaríamos encarecidamente una visita al castillo, a pesar de que para ello tendríais que desviaros del Camino, pero preferimos daros una buena noticia: no lo podréis visitar. Si, es una muy buena noticia, porque después de muchas décadas de abandono y litigios por su propiedad, el castillo de Pambre está siendo sometido a una rehabilitación integral. Las obras avanzan a buen ritmo, pero habrá que esperar al menos un año para volver a verlo en todo su esplendor. Un buen motivo para echarse de nuevo al Camino…

Pero también la arquitectura religiosa, con más de 40 iglesias y capillas, tiene en Palas de Rei otro punto de interés. La localidad estuvo siempre muy vinculada al Camino de Santiago que, como sabéis, fue puerta de entrada de conocimientos y de corrientes artísticas. Entre ellas, el arte románico, que ha dejado en estas tierras uno de sus principales referentes a nivel gallego: la iglesia de Vilar de Donas. Declarada monumento histórico-artístico en 1.931, destaca también por los frescos góticos de su ábside central y por los sepulcros de caballeros de la Orden de Santiago.

Como veis, hay que caminar con los ojos bien abiertos en la etapa hasta Melide, de 14 km y en la encontraréis pequeñas cuestas, numerosos riachuelos, zonas sombrías y grandes extensiones de prados. Es el paisaje típico de una zona que se extiende a los pies de la Serra do Careón, un espacio natural protegido en el que crece fauna endémica, infinidad de plantas medicinales y bosques autóctonos. Uno de ellos, por ejemplo, es el castañar que aparece en San Xulián do Camiño, a escasos kilómetros del punto de partida. Cuenta la leyenda que Xulián, un noble soldado, mató por error a sus padres. Para purgar su pecado se estableció en ese lugar como hospitalero junto con su esposa Adela hasta que recibió la visita de un ángel comunicándole el perdón divino.

Entre bosques de eucaliptos (que hasta vuestra llegada a Santiago serán cada vez más y más frecuentes) alcanzaréis el lugar de O Coto, donde un mojón os indica que acabáis de entrar en la provincia de A Coruña. No tardaréis en llegar a una de las aldeas más pintorescas del Camino: Leboreiro, con su suelo empedrado, un cruceiro y la iglesia de Santa María (S. XIII), declarada hito patrimonial del Camino y con sensacionales murales en su interior. Leboreiro, cuyo nombre significa tierra de liebres, acogió un hospital de peregrinos fundado por la familia noble de Ulloa.

Desde Leboreiro tendréis que sufrir el tránsito por un polígono industrial antes de llegar a otro bonito enclave del Camino; la aldea de Furelos, por la que transcurre el río del mismo nombre y a la que se accede a través de un majestuoso puente de cuatro arcos construido en el siglo XII. Desde allí divisaréis el final de la etapa: Melide. Pero antes de abandonar por unas horas vuestras mochilas y reponer fuerzas degustando algunos de los productos estrella de esta localidad, como son el pulpo o los melindres y ricos típicos de la repostería Melidense, os recomendamos que en algún punto de la etapa probéis también otro de los símbolos gastronómicos de Galicia; el queso de tetilla con denominación de origen Arzúa-Ulloa. Elaborado con leche de vaca y de corteza lisa y cerosa, es cremoso en invierno y más seco y ácido en verano. Sea como sea, siempre se trata de una buena opción para completar la etapa con buen sabor de boca.

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